Cada establecimiento educacional está formado por una comunidad educativa compuesta por directivos, docentes, estudiantes, apoderados y apoderadas y asistentes de la educación. Todos ellos tienen un rol que cumplir en la formación integral de los niños, niñas y jóvenes. Por ello, es importante que participen en las instancias más relevantes de la vida de la escuela o liceo.
Entre 2015 y 2017, tras un proceso participativo, se reformuló la Política de Participación de las Familias y la Comunidad en las instituciones educativas. Esta actualización se hizo necesaria por los cambios experimentados en la sociedad chilena en los últimos años, en el sistema educativo y en el concepto de familia. Además, en esta política se pone énfasis en las oportunidades de apoyo que el territorio y el entorno pueden brindar a la escuela. Materiales acerca de esta política se distribuyeron y difundieron en todo el país.
Este instrumento de gestión abre una instancia importante de participación, donde los padres, madres y apoderados pueden potenciar la misión, visión y los ideales formativos para la construcción de trayectorias educativas de todos los y las estudiantes. Asimismo, el PEI orienta el quehacer de la escuela o liceo y define los alcances de cada uno de los procesos de mejoramiento que se desarrollan en los diversos planes o propuestas de mejoramiento que se impulsen.
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Los actores de una comunidad educativa -estudiantes, docentes, sostenedores, asistentes de la educación, directores, padres, madres y apoderados-, son fundamentales en la construcción de sus escuelas. El trabajo articulado favorece los aprendizajes de los y las estudiantes, pudiendo agruparse a partir del centro de alumnos, centro de padres, madres y apoderados, consejo de profesores. Estas instancias permiten difundir entre sus pares los acuerdos e inquietudes que nacen desde en la escuela o liceo. Asimismo, sus representantes son parte del Consejo Escolar, donde surge una mirada común y consensuada, respecto, entre otros aspectos, de los horizontes formativos que debe guiar la trayectoria escolar de todos los y las estudiantes.
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Iniciativa que busca promover competencias de participación, inclusión, convivencia y diversidad en los y las estudiantes participantes, fortaleciendo con ello sus aprendizajes. Asimismo, es una instancia que permite ampliar a los y las participantes sus mundos afectivos, intelectuales, culturales y fraternales.
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Esta estrategia busca desarrollar habilidades comunicacionales, argumentativas y reflexivas, creando nuevos espacios de participación ciudadana, liderazgo juvenil, valoración de la diversidad, de prácticas dialógicas, reflexivas y colaborativas entre los y las estudiantes, contribuyendo a potenciar los aprendizajes adquiridos durante su trayectoria educativa.
Fortalece los aprendizajes, adquiridos durante el año escolar, de los y las estudiantes, desarrollando sus habilidades cognitivas y socioemocionales, a través de espacios que permiten potenciar el diálogo, la convivencia, la creatividad, el análisis, la comunicación, la investigación, el trabajo colaborativo y el autocontrol. Asimismo, entrega herramientas a los y las docentes que favorecen la formación integral de los y las estudiantes.
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Esta iniciativa busca promover la participación ciudadana de las y los jóvenes estudiantes en sus diversos ámbitos de la vida escolar, como así también fortalecer las relaciones entre todos los actores de la comunidad educativa, entregando a los docentes herramientas que permitan buenas prácticas, fomentando el trabajo colaborativo, el diálogo y el desarrollo del liderazgo juvenil de los y las estudiantes de liceos municipales del país.
La construcción de una sociedad sustentable requiere de una educación orientada a fortalecer los conocimientos, habilidades y actitudes que posibiliten a niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos a reflexionar y tomar decisiones fundamentadas para actuar en sus respectivos contextos, sea la familia, la escuela, el barrio, la comuna, la ciudad o el país, como un ciudadano comprometido en el abordaje responsable de los problemas sociales, económicos, culturales y ambientales, en un marco democrático, participativo, inclusivo y sin discriminaciones, para el beneficio propio y de los demás, en el presente y con perspectiva de futuro.
Dentro de este contexto, la Educación para el Desarrollo Sustentable se debe hacer cargo de diversos ámbitos y contenidos, por ejemplo, la formación ciudadana, a través de los aprendizajes en convivencia, en temáticas de género, en el manejo de conocimientos y actitudes ante la problemática local y ambiental global, en la reducción del riesgo de desastres, entre otros.
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